martes, 24 de marzo de 2009

Pases largos, piernas cortas

Me acostumbré a los termos eléctricos, a las paredes vacias de un pasillo muy largo, al suelo frío, manchas en la cocina y a una fregona vieja. Adopté costumbres temporales hasta ese momento desconocidas y participé en rituales ajenos, todo eso lo hice mío, todo eso me pertenece ahora.
Adquirí la costumbre de guardar la fruta en un armario, de sobrevivir con dos toallas, de aliñar ensaladas con vinagre oscuro, y de usar tapones para dormir, con todo eso vivo, lo guardé bien doblado en la mochila, para no arrugarlo, para que estuviese dispuesto cuando todo esto se fuera a la mierda. No era necesario quizás pero cada noche abría el cajón para ver si estaba todo dispuesto, el pasaporte, el cargador del movil, la libreta, el boligrafo negro... por si acaso venía una ola tan grande como tu a tragarnos a todos, a engullir la plaza a llevarme por delante, y siempre me mostré predipuesto a que sucediera, y francamente me importaba entre poco y regular.

Entonces subíamos las cuestas hombro con hombro, y ni el viento ni la lluvia nos inmutaban, si alguno caía otro ocupaba su lugar pero si tu tropezabas yo aminoraba el paso, para que no se notara mucho, para empujar cuando el desnivel era excesivo y no perdimos ni una sola vez ¿Cuantos podeis decir lo mismo?

Cuando suena algo que no me gusta, lo cambio, cuando no me apetece escuchar, me marcho, cuando me aburre la presencia ajena pongo tierra de por medio. Cuando aprendo, lo guardo ¿Cuantos podeis decir lo mismo?

No me apetece formar parte de la lista de viejas glorias, ni quiero que embauquen a nadie haciendo mención a mi nombre, voy a darme de baja del contador de hemoglobina, para que ninguno pueda pasarme nunca factura.
¿Cuantos quereis hacer lo mismo?

No hay comentarios: