jueves, 17 de julio de 2008

De señales y coincidencias

Muchas veces me he preguntado, que habría sido de mi si en lugar de estudiar el bachillerato de Ciencias Sociales me hubiese decantado por el científico. Otras veces he meditado durante varias horas sobre las posibles consecuencias de mi elección acertada o no a la hora de escoger mi carrera, y otras, las más comunes, sobre si pedirle al camarero carne o pescado alteraría la línea espacio temporal de mi existencia y de la aquellos que me rodean. Tiene gracia el asunto, sobre todo cuando alguna maruja entrada en carnes me observa inquisitiva ante la cola del peso de la fruta en el Alcampo mientras sostengo una pera y un melocotón con pose Shakespiriana, ¿Melocotón o pera... esa es la cuestión?

Hoy voy a contaros un par de chorradas, o no. Desde mi punto de vista, actualmente sobrio, mantener ese tipo de dudas metafísicas mas de 5 segundos es de tarados o de gilipoyas, porque... solo conocemos y conoceremos una realidad, y es aquella que vivimos, elegimos o elegiremos, por lo tanto ¿Las repercusiones de determinados actos se pueden medir exponencialmente con el tiempo en hechos? SI, sobre todo cuando aquel día yo me comí una pera y no un melocotón. "Demostrable" pero ¿Y si hubiera o hubiese elegido el melocotón? Pues nada, a lo mejor estaría donde estoy hoy, o me hubiese tocado la primitiva... ¿Quien coño lo sabe? Ahora bien, y he aquí la segunda chorrada, o no, de la noche, a veces tomamos decisiones en teoría insignificantes, mantenemos conversaciones triviales o nos acordamos de determinadas personas por el azar, la casualidad y según algunos el destino.

Yo no creo en el destino, pero un aplauso por el que crea en el, pero no puedo dejar de esbozar una media sonrisa cuando el Caos cósmico deja en medio de mi camino una de esas cosas que llamamos "señales" entonces sacamos la artillería del Karma, el Ying Yang la alianza de civilizaciones y el buen rollito celestial para apoyar, reafirmar o negar cual judas lo que deriva de nuestros propios actos.

Mi último día en Italia transcurrió de modo normal, no hubo fiesta ni lágrimas, solo maromos cojonudos y abrazos con palmadas fuertes, pero cuando me llevaban al Aeropuerto fui testigo de una serie de coincidencias que me dejaron un poco perplejo el resto del viaje. Me encontré con gente que llevaba sin ver meses, con vecinos de los cuales desconocía su existencia y con archienemigos famosos como el niño del bollo, y el hombre que canta, la mujer del Euro, el cucaratón y hasta la camarera de la cafetería. A todos ellos la casualidad los puso en medio de la calle y de todos ellos pude despedirme sin que lo supieran, parecían allí puestos como en una función, para agachar la cabeza a mi paso y desearme suerte en mi camino.

Hoy he vuelto a ser testigo de un acontecimiento así, quizá un poco más rebuscado pero es lo que tienen estas cosas, que si no las interpreta uno mismo dejarían de ser señales. Después de pensar en ti por muchos días y mientras estaba conduciendo se me ha puesto la piel de gallina cuando una olvidada canción a sonado en el coche. Aun en esas y a 120 por hora, la he vuelto a poner desde el principio, y de nuevo esa media sonrisa ha aparecido en mi cara, porque posiblemente no tengas nada que ver en esto, seguramente el caos ha vuelto a jugar conmigo, pero juro por lo que quieras que yo sigo pensando dentro de mi, que eso ha sido algo más, y esa señal, ese guiño del cabrón que dirije este cotarro, hacen que hoy me vaya a la cama mas feliz que una perdiz.

Saludos a todos los que leen esto.



Y si lo lees tu... dime si tengo razón porfi.

He dicho

1 comentario:

Marina dijo...

Sabes que siempre leo lo que escribes, me gusta aunque aveces digas cosas feas...esa cancion me recuerda a ti como muchas de las que escucho, al fin y al cabo fuiste tu quien me educo musicalmente no¿? yo tambiem suelto una sonrisa cuando la escucho.un beso