Hace algún tiempo, compartí aula y recreos con una chica que coleccionaba servilletas y azucarillos de las cafeterías.
Se jactaba de poseer guardamocos de Berlín, Londres, Nantes, Milán, Varsovia..., y yo, alfeñique intento de persona, admiraba embelesado su portentoso repertorio de celulosa encuadernado pacientemente en un album de tapas azules.
Hace mucho tiempo que le perdí la pista a Anabel, pero no he dejado de acordarme de ella y de su simpática costumbre este año que tanto me he movido por el viejo continente.
Estocolmo, Helsinki, Bremen, Florencia, Roma, Bolonia, Cagliari, Budapest, Viena, Praga y mi queridísima Pisa, todo eso este año.
A un servidor, que lo mas lejos que había viajado era en coche a Portugal para chocarme contra un muro de ojos azules "preciosos por cierto" se le infla el pecho cada vez que recuerda los lugares donde a partir de ahora podrá colocar una banderita en el Atlas, y no es para tanto, pero oye, orgullosísimo que ando por estas calles con ese bagaje a cuestas.
Y lo que me queda si Dios quiere. Gracias Ryanair, Gracias Checking online...
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